miércoles, 27 de febrero de 2008

Él conoce a quien elige...

Quiero compartir lo que fue para mí estas misiones de verano. Bueno, me tocó estar en el pueblo de La Quebrada, ahí éramos pocos misioneros -7 de 26- y tanto el trabajo como el lugar eran muy grandes; toda mi comunidad se tuvo que hacer cargo de salir por las casas, el taller de niños, organizar la misa y el taller de jóvenes; pero a pesar de que esto podía resultar cansador ya que no parábamos en todo el día, creo que para todos resultó ser algo muy bueno, donde pudimos entregar hasta lo que no nos imaginábamos que teníamos. Durante los días de misión, algo que me ayudó mucho fue el trabajo que realizábamos en la mañana, ya que a partir de la oración y el trabajo de la palabra podíamos salir a compartir a las casas y no estar sólo en el rol pasivo de quien escucha, y ese trabajo no sólo ayudó para salir a misionar a la gente del pueblo, si no que podíamos ir por el pueblo habiendo tenido un verdadero encuentro con aquel que nos ama primero.
Pero, para mí lo mejor las misiones fue ver como Dios se fiaba de la vida de unos pocos para llegar a los suyos, sobretodo porque para mí el entablar una conversación con alguien, hacer una oración comunitaria o llevar un taller es algo que me resulta súper difícil y que siempre trato de evadir, pero a Dios eso no le importó, él contaba con mi vida y sacó algo bueno de ella… Él conoce a quien elige y eso es lo que más me ha hecho feliz durante esta misión, y eso que he podido experimentar no quiero que sea solo por esos días en La Quebrada o cuando toque salir a otra misión sino algo que quiero que sea para siempre, como el compromiso que Dios ha hecho con mi vida.