jueves, 27 de diciembre de 2007

Un hijo se nos ha dado


La primera vez que escuché que podía ser madre de Cristo, me pareció casi una herejía; sin embargo hoy pienso que la verdadera herejía sería negarlo. Esta navidad la siento como el nacimiento de un hijo, como una vida que Dios regala, una vida que debo proteger en noches oscuras, socorrer de Herodes que puedan acecharle, que debo cuidar para que crezca. Cristo busca corazones donde nacer, y pese a la precariedad del mío lo ofrezco y lo recibo, más que como a una visita, como a un hijo a quien amar por siempre.



Aporte de una joven de la Comunidad

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Mi caminar en la Fe...

Este es el testimonio de Angy, una joven de nuestra comunidad, que ha querido compartir como ha sido su camino en la fe con nosotros...
FMVD
Hace un año y medio era una “rebelde sin causa” y digo sin causa porque no tenía motivos para ser así, me había revelado ante mis padres , ante Dios, me alejé de El y pase a ser enemiga de todo aquel que creía en Dios.

Mi familia estaba muy triste por mi decisión y mi madre no perdía oportunidad para hacerme volver, me negaba a toda invitación que me hacía, hasta que en el 2006 entré a estudiar en Duoc, mi madre trabajaba en la misma sede que yo estudiaba, ella colaboraba y participaba en la pastoral de la sede, me contó que ahí se preparaban a los alumnos para recibir los sacramentos y una vez más me invitó a participar en algo relacionado con Dios, yo una vez más me negué, pero los caminos de Dios son tan misteriosos que se valió de todo para llamarme de nuevo a su lado, tuve una prueba en la que me fue mal, era mi primer rojo , no quería preocupar a mi madre pero me presionaba para saber como me fue, al decirle que me fue mal y que no creía llegar al 4, le dije: “si me saco en la prueba un 4 me inscribo a confirmación”, mi mamá me miró incrédula y me dijo: “OK, pero lo prometiste, lo vas a cumplir…”
Yo sin ningún problema dije si, creyendo que nunca obtendría el 4, bueno lo obtuve y no me quedó más que inscribirme a confirmación, pero al principio solo iba por darle en el gusto a mi mamá y por tratar de sacar algún provecho de esa nueva situación, llegó el final de semestre y me invitan a misiones, durante el semestre me habían hablado de eso, me sorprendía con la alegría de la que hablaban de misiones.
Me invitaron y acepté, debo reconocer que fui más de curiosa que por otro motivo, y al tomar esa decisión se volvió un poco gris el panorama, se me presentaron problemas para asistir, panoramas excelentes que podía realizar durante esa semana, y además aguantar las burlas de mis amigos por mi repentino cambio.
Todos motivos para haberse arrepentido, dude mucho ir, pero había algo que me hacia seguir, yo en ese momento creía que era la curiosidad por saber, pero no era eso, era el llamado de Cristo que estaba sintiendo.
Llegó el día de ir a misiones, mi madre no cabía en felicidad por lo que yo estaba haciendo, yo no lo tomaba así como algo importante para mí eran como vacaciones, de hecho en ese momento respetaba a Dios, pero no creía en el.
Volví de misiones y el cambio fue tremendo, en esos 10 días viví muchas experiencias que me hicieron reaccionar. Recobré mi fe y mi amor por Dios. Me di cuenta de lo que me había perdido durante años y de lo muy arrepentida que estaba de haberme alejado de su lado, no me creía digna de ser llamada su hija, no podía mirarlo a la cara, porque recordaba todo el daño que había hecho….
Hasta que en la jornada de confirmación trataron el tema de Dios Padre y me hicieron entender de que él aun me quería y nunca dejó de quererme, me había perdonado desde hace mucho y que yo sola me castigaba por mis errores, y al comprender eso, me liberé, fue como sacarme una mochila muy pesada de los hombros y poder descansar en paz de eso.
Recobré la alegría de vivir y lo mejor de todo es que ya no me siento sola porque sé que él me acompaña siempre y desde entonces he intentado seguir en el camino, no ha sido fácil pero mientras estén las ganas de perseverar…. Estaré ahí.